Por Mireya Diaz
Frente a un escenario lleno de cambios por una contingencia sanitaria mundial, muchos sectores y empresas han tenido que adaptarse a nuevas modalidades que permitan continuar su funcionamiento.
El Awakening Sanctuary, exclusivo alojamiento ubicado en la comunidad de San Manuel, Yucatán, a 90 minutos de distancia del Aeropuerto Internacional de Cancún, no es la excepción y sus fundadores: Adriana Chardi y Martin Loeffler han vivido sus propios desafíos como desarrolladores, que, junto con los nuevos retos de la industria turística, han provocado un rediseño arquitectónico y un replanteamiento del concepto, cuidando siempre la visión de su proyecto inicial.
La modificación más importante abarca el rediseño de las habitaciones del santuario, las cuales anteriormente se presentaban como “Capullos Humanos” y ahora se transformarán o “florecerán” para llegar a un concepto arquitectónico que representa una flor.
Las nuevas habitaciones constarán de tres niveles diferentes que dan pie al “pétalo”. Cada nivel u hoja, constituye un espacio distinto de la villa; el primer nivel está diseñado para disfrutar de una sala y comedor contiguo a una alberca y jacuzzi privado. Este espacio también puede servir como “oficina” para nómadas digitales que buscan combinar el trabajo profesional con el trabajo personal, arropados por la naturaleza. En el segundo nivel los huéspedes podrán disfrutar una ducha al aire libre, sin barreras, ni muros, gozando una sensación de libertad, y sabiendo que los más de mil metros cuadrados de selva alrededor de la villa protegerán la privacidad de su “pétalo”.
Por último, en el tercer pétalo se situará el dormitorio, con una vista de más de 200 grados, rodeado de una puerta plegable de cristal que protegerá a los visitantes de las inclemencias del tiempo, mientras facilita una fusión con el bello entorno que los acoge. A su vez, los tres pétalos estarán unidos por una torre que permite la comunicación entre las áreas, además de ofrecer la posibilidad de subir a la cima para observar las estrellas.
En un plano metafórico, los fundadores relacionan al capullo como una etapa de transformación por la que el mundo y ellos mismos han atravesado para dar paso a un florecimiento y adaptación de nuevas perspectivas que los lleven a concebir un espacio apto para el aprendizaje y crecimiento del bienestar del ser humano y, por consecuencia, a la felicidad, ya que el resort tiene como propósito difundir la felicidad para sus futuros huéspedes, para las personas que trabajen en él y para la comunidad en general.
El proyecto comprende 152 hectáreas de selva conservada y varios cenotes donde se integrarán los “pétalos”, así como instalaciones que se detallarán posteriormente, pero que garantizarán experiencias innovadoras y enriquecedoras para sus visitantes.
En el santuario se diseñará también un complejo que se integre a la naturaleza tanto en su delineación como en su construcción. Ofrecerá además una serie de talleres, experiencias, seminarios y coaching enfocados al desarrollo humano en búsqueda de la felicidad.