Por Ronaldo Zanon
El chef oaxaqueño Israel Loyola reflexiona cuando los recuerdos de infancia llegan a su mente y establece que la cocina se trata despertar sensaciones a través del paladar.
Dice que las memorias familiares se hacen presentes mientras se degusta un bocado, un platillo.
Orgulloso de sus raíces y legado, este cocinero ha logrado maravillar a miles de personas con sus platos, muchos de ellos inspirados en las preparaciones más tradicionales de la región Mixteca de la entidad sureña. De ahí que, recientemente haya sido catalogado como uno de los 50 mexicanos más influyentes, distinción realizada por una prestigiada revista.
Loyola fue seleccionado como uno de los personajes que transforman a nuestro país y fue reconocido por su compromiso con difundir todo aquello que representa a la región Mixteca, desde las preparaciones ancestrales hasta los pequeños productores orgánicos de la zona.
“Más que transformar me interesa crear conciencia sobre el respeto hacia los productos y la calidad de los alimentos, así como hacia la valoración de la tierra y el trabajo que con mucho ahínco desempeñan diariamente nuestros campesinos”, afirma el chef.
Gastronomía oaxaqueña
llegar a este punto no fue tarea fácil, para el oriundo de Huajuapan de León han sido años de trabajo, investigación e infinitas propuestas culinarias que tienen como principal objetivo la valoración de la gastronomía oaxaqueña a través de platillos contemporáneos y vanguardistas.
Hoy, este joven talento de la cocina mexicana pone sobre la mesa una propuesta que redefine la oferta de gastronomía saludable desde su tierra natal.
La cocina del Hotel Sin Nombre, ubicado en la capital oaxaqueña, es ahora su centro de operaciones; un espacio que le brinda total libertad de creación y de experimentación.
Sus orígenes
Israel nació con el amor por la cocina en su sangre, pues desde que era muy pequeño ayudaba en el restaurante Montserrat, propiedad de sus padres, lugar donde al tiempo que se encargaba de pequeños mandados se impregnaba de todo el conocimiento proveniente de aquellos fogones caseros.
Tras concluir sus estudios profesionales en materia gastronómica, se integra a la cocina del reconocido chef Alejandro Ruíz de Casa Oaxaca, durante tres años. Posteriormente, colabora con el restaurante de Maíz de Mar de la mano de Enrique Olvera, tiempo después llega a Misión 19 de Javier Plascencia, para de ahí pasar a Balck Ant en Nueva York como antesala hacia uno de los lugares que marcaría un parteaguas en su carrera: Jacinto 1930, en la emblemática ciudad de San Miguel de Allende.
Al frente de Jacinto 1930, espacio consagrado al maíz y llevando la sazón oaxaqueña hasta Guanajuato fue que logró un desarrollo notable como cocinero, lo que redituó en diversos premios por su propuesta gastronómica y por el cuidado que guardaba hacia el producto.
En aquel restaurante tuvo la oportunidad de que chefs de talla internacional probaran sus platos, tales como los afamados Jordi Roca y Massimo Bottura, por mencionar solo un par de ejemplos.
Israel Loyola es uno de los pocos chefs que cuenta con una gran capacidad intuitiva y con una sensibilidad muy especial para entender los ingredientes y de esa manera explotar al máximo los sabores, es un cocinero que se atreve, que se apasiona, pero al mismo tiempo, que siempre tiene en mente sus raíces culinarias.
Sin duda, conocer lo que Israel desarrolla actualmente en Hotel Sin Nombre es una opción muy acertada para cerrar el año con buen sabor de boca, y más en un 2020 tan complicado para la industria gastronómica, tanto de México como de todo el mundo.
A la par, el chef huajuapeño alista un proyecto para el siguiente año con la firme convicción de colocar la oferta culinaria oaxaqueña en el siguiente nivel
