Por Dr. Remedio
Antes de la pandemia, cuando era común trabajar 24 por 7 y el sueño se sacrificaba con tal de cumplir con nuestras tareas y se exageraba al decir que el día debería tener 36 horas, ahora el COVID-19 ha cambiado los hábitos de trabajo pues mucho ya no tienen que salir de casa sino realizan el home office y con ello se ha transformado desde la forma de trabajar, dormir, hacer ejercicio y, sobre todo comer con consecuencias para la salud.
El sueño, la nutrición y la actividad física desempeñan un papel esencial en el crecimiento, desarrollo, maduración y estado de salud de los niños, adolescentes y adultos.
Un buen descanso ayuda a controlar el ritmo diurno de las hormonas relacionadas con la homeostasis energética y, por lo tanto, promueve que tengamos un metabolismo correcto para mejorar nuestra calidad de vida, son palabras que repiten los doctores sobre todo porque hay estudios epidemiológicos, como señala Marien Garza, integrante del Consejo Consultor de Nutriólogos de Herbalife Nutrition, que indican prevalencia e incremento de casos de obesidad relacionados con la disminución de la duración del sueño, tanto en niños como en adultos
El insomnio crónico aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes, arritmias cardiacas e infartos cerebrales y del corazón, por ello el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) promueve hábitos para dormir bien y mantener un buen estado de salud y calidad de vida, establece el neurólogo con subespecialidad en Neurofisiología y Medicina del Sueño del Centro Médico Nacional (CMN) “20 de Noviembre”, Noel Isaías Plascencia Álvarez.
Al dormir, el sistema inmunológico se activa, por ello quienes no lo hacen bien son más propensos a sufrir mayor cantidad de infecciones de cualquier tipo, debido a que sus defensas bajan, y pueden padecer depresión y ansiedad. Afectan la calidad de vida y el rendimiento de las personas.
“Al dormir, hay áreas cerebrales que están más activas que cuando estamos despiertos, se liberan ciertas hormonas y hay una serie de mecanismos que hacen que tengamos una capacidad restauradora integral y al día siguiente podamos estar alertas, en un óptimo estado cognitivo, en una mejor situación mental para entender, comprender y ejecutar las actividades que desarrollamos de la mejor manera. De ahí la importancia de crear hábitos saludables para un buen ¿descanso”, puntualiza.
El especialista sugirió quitarse hábitos que ya son frecuentes entre la población:
- Quitarse el hábito de usar celulares, tabletas electrónicas, computadoras, videojuegos o ver televisión antes de ir a dormir, ya que esta práctica contribuye a dificultar la conciliación del sueño.
- Evitar el consumo excesivo de café durante el día o de refrescos con cafeína, especialmente en la cena, ya que sus efectos estimulantes dificultan la relajación necesaria para dormir.
- Establecer horarios fijos para descansar y levantarse, procurando dormir un promedio de horas adecuadas a su edad y al requerimiento de cada persona.
La obesidad
La corta duración del sueño puede ser un factor de riesgo para el desarrollo de obesidad, ya que la corta duración del sueño puedan propiciar el aumento del apetito, derivado por la reducción de la actividad oxigénica en el área hipotalámica cerebral y la inhibición de la actividad hipotalámica que modula la regulación del apetito, provocando así, un aumento del hambre.
Los estudios revelan que Otro mecanismo está relacionado con las alteraciones hormonales, entre ellas, cambios hormonales como la mayor liberación de hormona de crecimiento (GH) y ghrelina durante el día, y la mayor liberación de cortisol por la noche pueden contribuir a la desregulación energética que conduce al aumento de peso y la obesidad.
De esta forma, los antojos de alimentos cambian con la falta de sueño. Cuando no se duerme bien y el cortisol está alto, el cerebro quiere calmarse y lo hace liberando serotonina, aumentando la necesidad de comer alimentos ricos en grasas y carbohidratos.
Las horas de sueño
A partir de la adolescencia y en la edad adulta el promedio de sueño recomendable son ocho horas, pero si hay personas que duermen siete horas y se sienten bien durante el día, es un parámetro correcto; en tanto que los adultos mayores duermen aproximadamente seis horas.
Para saber si está durmiendo correctamente, al despertar se deben sentir bien, con suficiente energía y concentración para sus actividades diarias, además de que no se presente somnolencia durante el día.
Recuerde el consejo del especialista del ISSSTE: si hay trastornos del sueño relacionados a enfermedades neurológicas, como la narcolepsia; las parasomnias, es decir, interrupciones anormales del sueño como caminar durmiendo, o la apnea, es recomendable acudir con un especialista para recibir el tratamiento adecuado.
Un sueño verdaderamente reparador ayudará a restablecer cualquier daño metabólico y dará como resultado una mejor composición corporal y una buena calidad de vida.
Ah! No olvide tener una cama cómoda y apagar la luz antes de acostarse.